En el distrito de Líntóng (临潼), alrededor de la metrópoli de Xī'ān (西安), hay una enorme colina que colinda al sur con la montaña Lishan y al norte con el flujo de agua Weishui. En este sitio está el misterioso sepulcro del primer jefe supremo chino, Qín Shǐhuáng (秦始皇). Según los registros históricos, dicho monarca, con tan solamente trece años de edad, envió edificar su propia tumba, convirtiéndose en un plan de magnitudes extraordinarias. La obra duró casi cuarenta años, a lo largo de los cuales participaron más de setecientos mil trabajadores, cifra descomunal teniendo presente que, en ese entonces, la población total de la nación perteneció a unos veinte millones de individuos.
Las fosas de los Soldados de Terracota (兵马俑 Bīngmǎyǒng), situadas a un kilómetro y medio al este del sepulcro del jefe supremo Qín Shǐhuáng, son unas sepulturas que tienen dentro primordialmente objetos funerarios y artículos de guerra. Por lo excavado hasta esta época, se puede sospechar que se tratara del más grande sepulcro nunca construido durante la historia.
Centenares de militares, alineados en postura de marcha, conforman la vanguardia de todo la milicia que defendía el panteón funerario del que fuera el primer jefe supremo de China. Detrás de ellos aparecen desplegadas 38 columnas con una cantidad enorme de contendientes ataviados con armaduras, lanzas y escudos. Da la sensación de estar esperando la orden para lanzarse a la contienda. Parece que tienen la posibilidad de escuchar los relinchidos de los caballos, el sonido producido por los coches de enfrentamiento y los gritos lanzados por la armada china. No obstante, más bien ocurre a la inversa: aunque da la impresión de estar a punto de abalanzarse como una avalancha, la fuerza armada es enteramente silenciosa.
¿Cómo y cuándo se descubrieron estos guerreros de terracota?
En 1974, en una aldea de Xianyang, una vez que unos campesinos cavaban un pozo, para su enorme sorpresa, descubrieron unas figuras de terracota, varias con maneras humanas, varias con maneras de animales. Luego, una excavación arqueológica sacó a la luz los soldados de terracota de Qín Shǐhuáng, tras pasar bastante más de 2 mil años olvidados y enterrados. Haciendo que un enorme batallón subterráneo se manifestara frente al planeta, dejando boquiabiertos a todos.
El hallazgo de los militares causó una gran revuelo internacionalmente, no solo por su imponencia y majestuosidad sino además por su elevado grado artístico escultural. Las figuras de cerámica de soldados y de caballos poseen la misma medida que los humanos y caballos de verdad. Los militares miden alrededor de 1,85 metros, mientras que los equinos unos 1,6 metros. Todos permanecen pintados con colores vivos y armonizados. Al sacarlos a la luz, la oxidación produjo que la pintura se desvaneciera en menos de 10 segundos y se convirtiera automáticamente en cal. Ahora solo tienen la posibilidad de ver las huellas de los restos de los matices multicolores. Todos los soldados y los caballos de terracota poseen una aspecto bastante real y no exageran las caras o los gestos. Cada rasgo de las expresiones faciales, así como la manera de la cabeza, el cabello, las cejas, los ojos, la nariz, los labios, el bigote, las orejas, de cada guerrero muestra propiedades únicas, y permanecen llenos de dinamismo y energía. Todos fueron hechos con recursos básicos con un estilo sencillo y vigoroso.
Entre los militares se distingue que los que permanecen parado son todos bastante elevados, fuertes y atléticos, los que permanecen arrodillados resaltan por estar en una postura adaptable empero alerta, con una expresión de la cara llena de coraje y con la mirada fija hacia delante, vestidos con su ropa de lucha, con armadura, y con el cuerpo humano sutilmente hacia adelante. Inclusive los pliegues de las armaduras cambian según las posturas de los soldados, lo que muestra que fueron esculpidos esmeradamente hasta tal punto que parecen tener vida propia.
Los caballos de terracota además ocupan una gigantesca proporción de espacio en las 3 fosas, llegan a unos 600 y poseen diferentes usos, algunos son para tirar coches, otros de lucha. Son más reales y vivos que las figuras de los soldados. Poseen el mismo tamaño que los caballos de verdad y el estilo en el cual fueron esculpidos es sencillo y vivo. Se puede mirar la firmeza de sus huesos, el abdomen se retrae hacia arriba, con 4 patas parado, crines altas, la cola levantada, llenos de energía. Lo que más sorprende a todos es la cabeza erguida de los caballos, con la cara tan perfectamente esculpida que parece haber sido perfilada con un cuchillo, con las imponentes orejas, las fosas nasales entreabiertas, los labios un poco cerrados, los ojos poco destacados, en términos generales destaca su realismo y su viveza.
Puede decirse que el trabajo de los arqueólogos chinos es perfecto. Debido a sus logros científicos son admirados internacionalmente. Ellos presentan a escala mundial la querida historia y la cultura china de hace mas de 2 mil años, lo que es una gigantesca contribución a la cultura humana.
Aprende más con este documental:
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